红楼梦
Cao Xueqin construye una narración extraordinaria en Sueño en el Pabellón Rojo.
Una historia de amor trágica y a la vez un fresco de la dinastía Qing en el siglo XVIII
Cao Xueqin construye una narración extraordinaria en Sueño en el Pabellón Rojo.
Una historia de amor trágica y a la vez un fresco de la dinastía Qing en el siglo XVIII
compuesto por 王立平
El 'Quijote' chino
Es una extensísima narración que consta de 120 capítulos escrita bajo la dinastía Qing. Su autor, Cao Xueqin, pertenecía a una familia noble y culta cuya decadencia lo condujo a la miseria convirtiéndole en una suerte de marginado que vivía en los suburbios de las colinas occidentales de Pekín; un hombre, sin embargo, orgulloso e independiente.
El libro se tituló en principio Memorias de una roca, apareció en 1765 y obtuvo amplia resonancia; constaba de 80 capítulos y posteriormente se le añadieron otros 40, al parecer encontrados bastantes años después y que, en realidad, son una continuación por otra mano, pero así es como se llegó a conocer y difundir bajo el título de Sueño del Pabellón Rojo, con el que ha pasado a la Historia, desde 1792.
Sueño en el Pabellón Rojo I y II
Cao XueqinTraducción de Zhao Zhenjiang
y José Antonio García Sánchez
Edición revisada por Alicia Relinque en
colaboración con la Universidad de Granada
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2010
1.180 y 1.198 páginas. 25 euros cada uno
La otra dimensión del relato es la historia de los amores de joven Baoyu y su prima Daiyu. Ambos aspectos, el de vida social y el amoroso, se anudan en un mismo conflicto: el enfrentamiento entre el asfixiante y tradicional mundo feudal, de un absoluto rigor en el dictado de las conductas y los anhelos de libertad sentimental e intelectual representados, cada uno a su modo, por los jóvenes amantes.
Por vez primera el lector tuvo acceso a la vida en el interior de las mansiones narrada por Cao Xueqin con extrema veracidad, lo que convierte este libro en un punto de inflexión trascendental en el desarrollo de la literatura china pues, como señala el prologuista, es, por vez primera, una narración realista, que rompe con la narración tradicional, pero perfectamente conjugada, debo precisar, con la riquísima dimensión simbólica del imaginario chino.
La narración progresa por episodios que constituyen unidades dobles a las que se accede como un paseante por un jardín que fuera entreteniéndose en contemplarlo macizo por macizo y descubriera así, poco a poco, las relaciones entre la disposición de cada planta y el diseño global del jardín; todo ello, sumido en la especial atmósfera general del recinto. La multiplicidad de acontecimientos es extraordinaria y los mil y un matices de la trama van mostrando la sensibilidad, alegrías y aflicciones de todas esas vidas cruzadas y ceñidas a un férreo sistema de vida. Lo primero que le sorprenderá es el minucioso detallismo con que se describe todo. El mundo creado es muy rico (hay más de cuatrocientos personajes y todos están, en mayor o menor medida singularizados).
Escenas como la de la descripción del desarrollo del funeral de Qin Keging se alternan con expresiones bellísimas, como la de Xifeng ante el ataúd: "Las lágrimas brotaron de sus ojos como perlas de una sarta rota". Es un mundo cerrado, dedicado a los placeres, servido por doncellas tratadas como esclavas y sostenido por el trabajo de los campesinos, de los que apenas hay noticia. La vida de la aristocracia parece estar fuera del mundo real, en una especie de limbo donde el menor detalle puede convertirse en asunto de importancia.
Paso a paso, episodio por episodio, los caracteres van ganando afinamiento y resultan cada vez más interesantes sus relaciones.
El lector, que ha de ser todo lo paciente que la admirable estética del texto le requiera, se encontrará con la dificultad añadida de manejarse con muchos nombres muy semejantes entre sí que, en el reducido espacio de las dos mansiones, están siempre cruzándose y yendo de un lado para otro, pero el encuentro con escenas tan memorables como la construcción del jardín ante la visita de la concubina real y su posterior recorrido o el largo y desgarrador final de los amores entre Baoyu y Daiyu, quedando anonadado ante el prodigio narrativo que encierran.
En su obra, Cao apunta con claridad a mostrar la decadencia de ese mundo, lo que sin duda procede de su propia experiencia, una decadencia contemplada desde su miseria con implacable lucidez, nostalgia y sensibilidad.
Esto, en cuanto a los 80 primeros capítulos, porque en los 40 añadidos la acción se precipita, los desastres se multiplican, en cierto modo parece cumplirse aceleradamente la intención de Cao, pero al final, el continuador hace que las aguas vuelvan a su cauce, lo que no se compadece bien con la intención crítica de Cao Xueqin. Sin embargo, su escritura no desmerece un punto.
La sirvienta Xiren, a medio camino entre la vida real y la de la mansión, la insidiosa Xifeng, la tradición intocable encarnada por la figura de la Anciana Dama, el contraste entre la personalidad rebelde de Daiyu y la acomodaticia de Baochi, la dimensión humana y espiritual de Baoyu, son construcciones de personajes inolvidables.
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